ALGO ANDABA MAL
Era indudable. Algo andaba mal. Desde que se levantó, sintió que sus pies no tocaban el piso. Parecía flotar en el aire. Decidió dar un paseo por el parque para disipar dudas. Al saludar notó que no era escuchado. Algo continuaba andando mal. De pronto, al toparse con en teléfono público, sintió un extraño impulso que lo llevó a marcar el número de su propio apartamento. Al otro extremo de la línea, escuchó su propia voz que insistía: ¡aló!, ¡aló!, ¿quién habla? Desconcertado colgó la bocina. Ya no quedaba ninguna duda. Algo andaba mal.
Gabriel Ángel Rendón Moreno